Con un profundo pesar que embarga a toda nuestra comunidad, el Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE), comunica el sensible fallecimiento de nuestro amigo, colega y ex director, don Ramón Iván Núñez Prieto (1932-2025), ocurrido el pasado sábado en Santiago. Su partida, a los 93 años, deja un vacío inmenso no solo en nuestra institución, que fue su casa, sino en todo el panorama de la educación pública chilena, a la cual dedicó su vida con una lucidez, pasión y compromiso inquebrantables.
Don Iván no fue solo una figura académica de renombre; fue un verdadero arquitecto de la educación en Chile, un pensador cuya influencia trascendió las aulas y los libros para plasmarse en políticas públicas que buscaron incansablemente la equidad y la calidad. Su trayectoria es un testimonio de servicio público y amor por la pedagogía. Desde sus inicios como profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica, hasta su rol como Superintendente de Educación Pública durante el gobierno de Salvador Allende, donde fue un actor clave en la concreción de importantes reformas curriculares, su labor estuvo siempre guiada por una profunda convicción en el poder transformador de la educación.
El país reconoció su invaluable aporte en múltiples ocasiones. En 2008 fue distinguido con la Orden al Mérito Docente y Cultural «Gabriela Mistral», y en 2015 recibió el más alto galardón para un educador en Chile: el Premio Nacional de Ciencias de la Educación. Este último fue un justo reconocimiento a una vida dedicada a «la excepcional contribución al mejoramiento de la educación escolar a través de las políticas públicas y la generación de conocimientos», como destacó el jurado en su momento. Sus más de 50 publicaciones y sus agudos análisis sobre la historia de la profesión docente son hoy material de estudio indispensable y un faro que ilumina los desafíos presentes y futuros.
Para nosotros, la familia del PIIE, la partida de don Iván resuena con una tristeza especial. Él fue más que un investigador destacado que eligió nuestro centro de pensamiento para desarrollar parte de su prolífica obra; fue un socio activo, un ex director que dejó una huella imborrable en nuestra cultura institucional y, por sobre todo, un amigo y un maestro. En los pasillos del PIIE, sus conversaciones, su agudeza intelectual y su calidez humana inspiraron a generaciones de investigadores y profesionales.
Recordamos con especial cariño y orgullo cuando la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE) le otorgó la distinción de Doctor Honoris Causa. Sentimos esa condecoración como propia, celebrando a «uno de los nuestros», un hombre que, incluso después de haber ocupado los más altos cargos, nunca perdió su sencillez ni su conexión profunda con las bases del sistema educativo.
Don Iván entendía la educación como un acto de justicia social. Su trabajo en centros de investigación como el nuestro y el CIDE fue fundamental para generar conocimiento crítico y pertinente, especialmente en los momentos más oscuros de nuestra historia nacional, defendiendo siempre el rol de la educación pública como columna vertebral de una sociedad democrática.
Hoy no solo despedimos al Premio Nacional, al autor, al intelectual público. Despedimos al colega, al mentor, al amigo. Despedimos a un hombre cuya trayectoria vital y profesional representa los valores más nobles que la sociedad chilena reconoce en sus grandes maestros. Su legado perdurará en cada profesor que lucha por una educación más justa, en cada política pública que busca mayor equidad y en el corazón de todos quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y aprender de él.
En este momento de dolor, el PIIE extiende sus más sinceras condolencias a su familia, a sus seres queridos y a toda la comunidad educativa que hoy llora su partida. Nos sumamos al duelo nacional y nos comprometemos a honrar su memoria de la mejor manera que sabemos: continuando su trabajo, defendiendo sus ideales y manteniendo viva la llama de su pensamiento crítico y su inagotable amor por la educación chilena.
Hasta siempre, querido Iván. Gracias por tanto. Tu huella es imborrable.