Hace cincuenta años, en 1971, la Pontificia Universidad Católica de Chile, creaba el Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE), idea surgida un año antes bajo el mandato del otrora rector Fernando Castillo Velasco. El PIIE nace como una respuesta a la necesidad de generar conocimiento científico sobre educación.
En la época, en el país ya se habían creado distintos espacios institucionales dedicados a la investigación educacional, la experimentación pedagógica y la innovación educativa. Hijos de este proceso son los centros de investigación dedicados a la educación, creados por la Universidad de Chile a fines de los años 50 del siglo XX; el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE), creado en 1964 por la Iglesia Católica, bajo la conducción del jesuita Patricio Cariola; el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones en Educación (CPEIP), del Ministerio de Educación, creado en 1967 en el marco de la reforma educativa del gobierno del entonces Presidente Eduardo Freí Montalva y liderado por el desatacado académico Juan Gómez Milla.
En los años posteriores a la segunda guerra mundial, los sistemas educativos en el mundo experimentaron una notable expansión –fuertemente, impulsada por la oficina de Naciones Unidades para la Educación (UNESCO)-, debido, principalmente, al anhelo por más justicia social y bienestar para terminar con las desigualdades, a la gran explosión demográfica que se dio por esos años y al lugar económico que se le dio a la educación, desde la teoría del capital humano.
Este impulso desarrollista, dejó como resultado, entre los años 50 y 70 del siglo XX, un fuerte crecimiento de la matrícula escolar, especialmente, en América Latina, aumentando de manera significativa los presupuestos que los países destinaron al financiamiento de la educación. Se hicieron grandes inversiones en infraestructura y equipamiento escolar, en reformas curriculares, en formación de profesores, en materiales educativos, en recursos pedagógicos.
Junto a ello, se desplegaron, tal como se señaló anteriormente, diversas iniciativas orientadas a la investigación y experimentación educativa, destinando importantes recursos, desde el estado, las universidades y agencias de cooperación internacional, para la producción de conocimiento científico en educación y para la innovación. En ese escenario, en Chile se crearon varios programas y centros de investigación, entre los que destaca el PIIE, como parte de un proceso dirigido a otorgarle mayor cientificidad a la educación.
Desde su fundación, el PIIE se ha caracterizado por dos aspectos importante. Uno se refiere el carácter interdisciplinario de su quehacer y de sus investigadores, pues confluyen en sus equipos, profesionales y especialistas de distintas disciplinas y campos del saber, principalmente, de las ciencias sociales. Otro rasgo distinto del PIIE, sobre todo en sus orígenes, es el gran número de sus investigadores con posgrados obtenidos en el extranjero, principalmente, en universidades de los Estados Unidos.
El PIIE, desde los orígenes ha centrado su quehacer en los distintos problemas educativos, tanto en relación con el diseño, la implementación como con la evaluación de las políticas educativas. Asimismo, estos se han abordado tanto en relación con los diferentes actores del proceso educativo (profesores, directivos, estudiantes, familias), como en cuanto a los diversos niveles y modalidades de educación (educación escolar, educación especial, educación técnica, educación de adultos, educación superior) y los componentes del sistema educativo (currículum, financiamiento, administración, materiales educativos y pedagógicos). Todo ello, sin perder de vista las interrelaciones que la educación tiene con la pobreza, con la desigualdad y con la falta de participación, pues el PIIE ha buscado, incansablemente, aportar a la construcción de políticas públicas de educación que tributen al desarrollo de un proyecto democrático de sociedad.
Lo anterior ha sido abordado, por una parte, desde la investigación educacional, así como desde la implementación de experimentaciones e innovaciones pedagógicas y desde la docencia y la formación de las y los actores educativos. En los últimos 20 años, se han sumado a este esfuerzo de producción académica, las actividades de asesoría y asistencia técnica. En ese marco, en cincuenta años de trayectoria son innumerables los proyectos desarrollados por la institución y para lo cual el PIIE ha contado con el apoyo de organismos públicos y privados, nacionales e internacionales y también, de organismos multilaterales de cooperación.
En este escenario de conmemoración de los cincuenta años de historia, cabe destacar que surgen nuevos desafíos y nuevos temas por abordar, que no hacen otra cosa que confirmar la vocación del PIIE.
Uno de esos desafíos, es el proceso constitucional en el que está embarcado el país, fruto del llamado estallido social. No estaba en los planes ni programas políticos el cambio constitucional, aunque hacía ya un tiempo que se venía gestando, desde la ciudadanía, la necesidad de dicho cambio. La modalidad de Convención Constitucional de este nuevo marco jurídico que decidió la ciudanía en el plebiscito de octubre de 2020, con la participación inédita de mujeres, pueblos indígenas y al ciudadanía representada, impone grandes tareas a la educación, no solo para que se consagre el derecho a la educación, sino también, para contribuir a que este proceso de construcción sea una oportunidad de aprendizaje de todas y todos, en relación con los temas educativos y culturales que deben considerarse en la Nueva Constitución.
Otra gran tarea de estos tiempos, es contribuir, desde el PIIE, al fortalecimiento de la Educación Pública. En el año 2017 el país inició la tarea de desmunicipalización de la educación pública, mediante la creación de Servicios Locales de Educación a lo largo y ancho del país. El éxito y la trascendencia de ello, requerirá del aporte de todos los actores involucrados en la educación y, en ese sentido, el PIIE no se podrá restar.
La pandemia, que ya lleva un año y que todo indica que se extenderá por un tiempo más, ha evidenciado cambios importantes en la forma de hacer educación y, a la vez, ha dejado al descubierto las tremendas desigualdades con las que deben enfrenarse al proceso de enseñanza y aprendizaje, muchas niñas, niños y jóvenes. La brecha digital ha develado la necesidad de buscar la manera de armonizar, por un lado, los cuidados que se deben tener para prevenir el contagio y, por otro lado, la importancia del trabajo presencial.
Finalmente, es imposible soslayar aquello que para el PIIE constituye un motivo de humilde, pero de auténtico orgullo, como es el hecho de que cuatro Premios Nacionales de Educación han sido y siguen siendo, parte importante de la historia y el desarrollo del PIIE. En primer lugar, mencionar al ex-Ministro de Educación, don Ernesto Schebelfein Fuenzalida, quien recibe el premio en el año 2007 y quien fue fundador del PIIE y su primer director. Posteriormente, el año 2013 el premio recae en otra fundadora de la institución y experta en formación docente, doña Beatrice Ávalos Davidson, quien actualmente es la Presidenta del Directorio de la Corporación PIIE. En el año 2015, el premio es otorgado a otro destacado educador e historiador de la educación y ex-director del PIIE, don Iván Núñez Prieto, quien actualmente es socio de la Corporación. Por último, pero no menos importante, otro fundador, ex-director y actual socio de la Corporación PIIE, experto en educación en derechos humanos y currículum, don Abraham Magendzo Kolstrein, recibe el premio el año 2017.
En suma, son cincuenta años de prolífica trayectoria académica, lo cual implica tremendos desafíos para mantener, honrar y, en lo posible, engrandecer dicha historia por los próximos cincuenta años.