Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación, PIIE
Optar por la Educación pública

27 de enero de 2015

Publicación: 27 de enero de 2015

Eduardo Santa Cruz, Investigador del Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación, concede entrevista para el diario La Tercera, donde aclara que a pesar de contar con los medios económicos, prefiere, junto a su pareja, que su hija asista a un establecimiento de educación pública. Aquí transcribimos esa entrevista.


Para Eduardo Santa Cruz, sociólogo que lleva más de 10 años investigando temas de educación, poner a su hija Catalina, de 13, en un colegio público no fue tema de plata sino que de convicciones.

«Es una decisión coherente con lo que pensamos como familia, con cómo vemos el mundo y con el valor que se damos a lo público»

Eduardo Santa Cruz

Él se educó en un colegio privado, el Francisco de Miranda, un establecimiento que estuvo muy ligado a la oposición en la dictadura, pero a su hija le tocó entrar al sistema escolar mientras vivían en España, donde él estaba haciendo un Doctorado en Educación. Allí la matricularon en la escuela pública del barrio, y cuando regresaron a Chile, cambiarla a un colegio particular estaba fuera de la discusión. “Con total conocimiento de cómo son los colegios en Chile queríamos una escuela pública. No era ni por choreza ni por ignorancia, teníamos nuestras ideas claras”.

Catalina entró a la Escuela Mercedes Marín de Providencia. Aunque la niña se aburría en algunos ramos – dado que venía con un nivel más alto desde España – Santa Cruz aclara que “no es un mal colegio”. De hecho, la experiencia fue positiva para su hija y nunca consideraron cambiarla. En 2014, cuando ingresó a séptimo básico en el Liceo Carmela Carvajal, las cosas se pusieron “más desafiantes” y tuvo que dedicar mayor tiempo al estudio.

Santa Cruz, quien trabaja en la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile y el Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE), reconoce que este “liceo emblemático” no representa la realidad de la mayoría de los colegio municipales. “Tengo super claro que mi hija está yendo a un colegio con particularidades, pero creo que éstas son extensibles a más colegio públicos”, dice. Según él, en general los padres dividen el sistema entre escuelas públicas malas y subvencionadas y particulares buenas, lo que a su juicio no es siempre así. “Nada indica que los colegios subvencionados son mejores que los públicos. Y si tú miras los colegios privados en el mundo no son los mejores”.

La diferencia, como se ha repetido mucho en el contexto de la discusión de la actual reforma, están en la casa: “La educación de la familia influye en al menos un 60 por ciento de los resultados académicos, y súmale a eso el barrio donde viven”. Por esto, él cree que los colegios privados son lugares donde “la elite termina de construirse a si misma” y que un buen colegio, en cambio, debe reflejar la diversidad social. “No me interesa que mi hija se eduque en un club”, asegura.

“Yo creo que a mi hija le beneficia estar en la educación pública, en vez de perjudicarla, como muchos podrían pensar”. Pese a eso, sus familiares y amigos, “muchos de izquierda”, agrega, reaccionan con un silencio incómodo cuando les cuenta que Catalina estudia en un liceo. “Es super triste, porque en general uno sabe que ellos están pagando por humo en sus colegios. Hay que entender que las escuelas públicas, hoy tan desmedradas, son producto de la lógica del sistema, pero también de que quienes tenemos un mayor capital cultural y económico hemos sacado a nuestros hijos de ahí. Hay que lograr que la gente deje de tenerle miedo a lo público, y para eso se necesita que el Estado no piense más que lo público es para los pobres”.

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